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A Alicia le regalé de todo un poco, como buen Papa Noel (impostor) que era. Salía de mi casa en mi bicicleta convertida en trineo, con una bolsa (mi mochila) llena de regalos, y por ahí encontraba a algún perro vagabundo que hiciera las veces de Rudolph (el pequeño reno de nariz roja) y me guiase hasta la casa de Alicia.
Mis amigos seguro me dirán que no todo es regalos, si está bien apoyo esa idea, pero al inicio ese era mi estilo, una de mis maneras de demostrarle mis afectos y verdaderos sentimientos. Así era yo, un espécimen raro. De no hacerlo y reprimirme, estaría siendo falso e hipócrita con ella y conmigo mismo.
Este post está dedicado a hablar de las piezas y objetos de los cuales guardo un gran recuerdo, yo se que a nadie le interesa saber que le regalé a Alicia. Es más mi querida y loca amiga Anita me dijo que un post así sería recontra aburrido, nadie lo leería, ni siquiera ella que es mi mejor amiga. Pero en fin, no importa. El hecho de escribirlo y recordarlo es un forma de hacer perdurables aquellos instantes de infinita e irrepetible felicidad que me dieron aquellos pequeños detalles que di y recibí.
Volviendo al tema, a Alicia le regalé de todo, desde un chupetín "Globo pop", pasando por un CD con música que yo mismo le grabé, un dibujo que hize de ella, una llamada telefónica dedicándole una canción hasta un gorrito muy fino. No obstante, de todo mi trineo lleno de regalos hay tres objetos con un valor muy especial y sentimental para mi.
Los Choco
Así los llamaba Alicia: Choco, y me encantaba. La verdad sea dicha, desde que conocí a Alicia, descubrí qué cosa eran los chocolates, así de franco. Antes les tenía una total indiferencia, no me interesaban hasta que con ella los empecé a conocer, comer y hasta a querer. Se convirtieron en mi adicción. Mi hermana puede dar fe de ello, nos peleábamos como unos niños revoltosos y egoístas cada vez que papá traía chocolates desde Arequipa. Los quería todos, o la mayoría, para mí.
Le regalé de todos los tipos, tamaños y sabores pasando por los Cañonazos (el chocolate favorito de Alicia) hasta los bombones "Dulce Ilusión" de La Ibérica, los más finos del Perú. Estos últimos me gustaban mucho, por lo deliciosos que eran y por el nombre que tenían, obviamente, en clara referencia a Alicia, mi dulce ilusión.
Sin embargo, de todo ese mar de chocolates, hay solo uno al que le tengo un cariño muy especial, que fue: una cajita de chocolates Viccio de costa. Fue el primer detalle que le hice desde que nos conocimos. Fue un regalo totalmente sorpresivo, además de sencillo y no tan costoso, pero que al final resultó un detallaso, no por los chocolates en sí (quizás hasta no le gusten mucho, quién sabe), sino por la forma como se los di (sorpresa total), eso le dio su valor agregado. La experiencia fue memorable, hasta le dediqué todo un post: Un pequeño y dulce detalle I y II.
Un gorrito colosal
Fue el último regalo que le hice, fue el más dadivoso y generoso; en otras palabras, el más caro de todos. Pero si era un simple gorrito, ¿qué de extraordinario tenía para que cueste tan caro? La respuesta es simple: Es el único gorro rosado de su tipo en todo el Perú y el globo terráqueo. Solo hay uno en el mundo, y Alicia lo tiene.
Se lo traje exclusivamente de Arequipa, mi país natal. El gorrito era algo parecido al de monchi, aunque un poco más oscuro, con estilo, hecho a mano de fibra 100% baby alpaca, la segunda hebra textil más fina del planeta (por eso de su valor colosal). Era invierno, y como ella era bien friolenta, que mejor que un gorrito, de material muy fino y suave, para que abrigue su linda cabecita del frío atroz que hacía.
Estando de viaje por Arequipa, un día decidí salir de compras (no me gusta hacerlo con frecuencia), naturalmente lo primero que pensaba era en llevarle un recuerdo de mi querida Arequipa a mi Venus de Milo (Alicia). Entonces, tomo un taxi, y le digo al taxista que me lleve a algún lugar, el mejor de Arequipa, donde vendan recuerdos y cosas así. Y me llevo a "Mundo Alpaca" , la mejor tienda de fibra de Alpaca de todo el Perú y del mundo, porque no. Donde más podía quedar que en mi Arequipa, ciudad del eterno cielo azul.
Entro, y me pongo a mirar. Todo muy fino y elegante. Chequeo las prendas de vestir, todas con precios exorbitantes, todos los productos bordean las tres cifras y hasta cuatro y en dólares, felizmente el dólar estaba bajo en ese momento, pero igual todo se hacía demasiado caro. Encima no hay ofertas, ni rebajas en ese momento. Me limito solo a mirar y mirar. En eso me topo con un gorrito, está bonito, muy mono y del color favorito de Alicia. Miro el precio, !Por Dios! !Están locos! ¡Todo esto cuesta un simple gorro!, ni loco pagaría todo eso, con ese dinero hasta puedo poner un negocio de gorros en el Perú. Quién sería el huevas que pagaría esta cifra descomunal, claro a menos que sean turistas, pero un peruano de a pie, como yo, por un gorrito no pagaría esa cantidad, ni de vainas.
Luego, entra un grupo de turistas entre ellos una turista alemana, preciosa, cogió un gorrito (habían solo dos, uno rosado y otro turquesa), y se lo probó. Se miraba al espejo y decía: Oh my god! I love it! It's so cute!, en un perfecto inglés británico. Yo simplemente me quede estúpido, con la mandíbula totalmente abierta señal inequívoca del impacto visual, se le veía lindísima con el gorrito puesto.
En ese momento cerré los ojos y me imaginé a Alicia reflejada en ese espejo, probándose el gorrito, preguntándome mi opinión, y yo diciéndole: te queda estupendo, te ves divina con ese gorrito. Y luego ella preguntándome: ¿Me lo compras? Ferr. Y le digo claro que si, te lo mereces. !Ay gracias¡ Eres divino, me dice ella, y me estampa un beso en los labios y en el alma. Luego escucho una voz, de una chica que me dice muy gentilmente -Hola, te puedo ayudar en algo-. Reaccioné y me desperté de la ensoñación. Vi en la cara de aquella chica una risita burlona, seguro por la cara de huevis que había tenido mientras tanto.
Entonces, sin pensarlo dos veces, le dije: si, quiero el gorro, fui hasta la caja y lo compré. Le dije a la chica que atendía que sacara el precio de la etiqueta, pues no quería que Alicia supiera cuanto había costado. Había sacrificado por lo menos, varias semanas más de estadía en Arequipa con mi familia, duele un poco, pero !bah¡ que importaba, a veces es necesario regalar algo que a uno le duela, sino cual es chiste.
Era un detallazo, un gorrito rosado, fino, muy mono, único y, sobre todo, arequipeño. El regalo perfecto. Qué importa el precio, sería un inspirador sacrifico que seguro tendría una recompensa de valor incalculable, que era tan solo verla sonreír por tan solo un instante.
El gorro era algo así, parecido al de la foto de abajo.
En nombre de la rosa
En tercer lugar, una rosa rosada. Fue muy especial para mi, porque fue la primera vez que le compraba y entregaba una rosa a una mujer.
Entregar una rosa puede tener varios significados. En mi caso era expresarle de manera sutil, delicada y suave un mensaje amoroso implícito. Además, que era una manera linda de agradecimiento y retribución por haberme regalado la mejor cita de mi vida (lean Un sábado de película). Eso sí, se la tenía que entregar personalmente, en vivo y en directo. Hecho que me llenaba de placer y de nervios, sería mi primera vez, nunca antes le había entregado una rosa a una fémina. Aunque hubiese sido más fácil y menos vergonzoso, mandársela vía delivery. Pero no, yo quería dársela yo mismo. Vivir el momento.
La idea de regalarle una rosa me resultaba emocionante, bonita y romántica, pero también tirada de los pelos, pues solo éramos amigos y regalarle una rosa podía ser algo peligroso de mi parte. Pero en fin, mejor no me complicaba la vida, y simplemente actuaba. Era mejor, más saludable.
Así que, fiel a mi estilo (en ocasiones Kamikaze), la entrega tenía que ser una sorpresa: le llevaría una rosa a la clase.
Fue así que un día cualquiera, me arme de valor y entre a "Rosatel", una de las mejores florerías de Lima, claro, no sin antes investigar un poco sobre el tema de flores y florerías, nunca antes había entrado a una, ni comprado una flor (perdón mamá, pero ni siquiera para el día de las madres, y menos por San Valentín). Hasta ese momento, para mí, un mundo totalmente desconocido, al igual que los chocolates.
Como decía, llego a la florería, abro la puerta y entro. Apenas entro me quedo huevón, todo el lugar está decorado de flores, peluches (los famosos Hugo), vinos, licores y un sin fin de objetos cuyo fin principal era alimentar y celebrar el amor. Me dan ganas de comprar todo y dárselo. Pero no, por ahora, solo quiero una rosa.
Me acerco donde una chica, algo palteado, le digo que, por favor, me den una rosa, solo una, y con caja. Me sentía raro, nunca lo había hecho, nunca imaginé estar en estos avatares, me parecía muy cursi, pero bueno tenía que haber una primera vez. La chica me pregunta, que color de rosa deseaba. ¿Color? pensaba que todas eran rojas. No supe que decir, pero luego recordé que uno de sus colores favoritos era el rosado. Así que le digo ¿Tiene rosado?, me dicen que si, y que ahorita la van a traer.
Creí que sería algo pequeño, una cajita, simple nomás. Pero no, me traen una cajota como de 60 centímetros de alto, inmensa. Me dicen que es un rosa CPB, ¿Qué coño significa CBP? pensé, en fin no importa. Luego, abro la caja y miro la rosa, es espléndida y bellísima, me emociono, casi al borde de las lágrimas (tipo anime). No me importa cuánto cuesta, la compro.
Luego, me dan una tarjetita. Pregunto bobamente ¿Para qué es esto?, Me dice que es para que le escriba una dedicatoria a tu novia (así me dicen, con esas palabras exactas). Entonces, pienso silenciosamente, que no era mi novia, ya quisiera, solo éramos amigos por el momento, aunque eso no dependía de mí, sino de ella. Siempre depende de ellas (qué vaina). Pero sí, tenía razón, a quien más le regalarías una rosa tan bella, si no es a la chica que te quita el sueño.
De pronto entra un grupo de chicas, y me miran, ahí sentado con mi rosa, pensando que cosa escribirle en la tarjetita. Volteo y sonríen, les sonrío también, veo que hablan entre ellas, eso me pone nervioso. Trato de no desconcentrarme, y ahora sí, ya sé que cosa ponerle en la dedicatoria.
En la tarjetita le puse.
"Porque en el jardín de la vida, tú eres la flor más bella por sobre todas las flores" Ferr.
Un poco atrevido, pero bonito. Pago y salgo de la florería con mi rosa en la mano. Estaba nervioso y alegre, no era para menos, estaba a minutos de una declaración implícita de amor. Camino rumbo al instituto, la gente que pasa me mira intrigada, seguro nunca antes habían visto a un chico con una rosa, una bella flor que sería entregada luego a otra flor, la más linda de todas.
Sigo caminando, atado más de nervios, pienso que saldrá bien, que será un día distinto y único. Finalmente, llego al instituto.
La idea era entregarle la rosa en la clase. Sorprenderla. Entro al instituto, ¡carajo! la inseguridad otra vez me juega una mala pasada. Quizás mejor no, entregarle una rosa, ya es muy descabellado y tirada de los pelos. Quizás por dármela de tan entusiasta y romántico, termine metiendo la pata. Estoy aun a tiempo para dirimir esta locura.
Encima no me había percatado que ya era tarde, ya habían empezado las clases. Y seguro cuando entre al salón, todos me verían, naturalmente, Alicia también me vería con la caja, y con eso la sorpresa perdería su encanto. Ahora como hago para esconder la caja, que es inmensa.
El salón estaba en el piso nueve, entonces decidí subir por la escaleras para hacerla más larga, no quería entrar al salón, me daba roche. Seguía subiendo, despacio. Hasta que finalmente llegué al noveno piso, mi corazón lo tenía en una mano, latiendo a 10000000000 revoluciones por minuto, y en la otra mano llevaba la caja con la rosa. Entonces, me armé de valor, y decidí ingresar, y cuando estaba a punto de entrar al salón, me arrepentí, di media vuelta y me senté en los pasillos. Pero no, tenía que entrar si o si, ya tenía la rosa en la mano, no había marcha atrás, la locura ya estaba consumada.
Así que me levante, respire profundamente, me encomendé a todos los santos, me olvidé que era agnóstico y caminé en dirección al salón. Ya estaba cerca a la puerta, pero luego me arrepentí otra vez, maldita sea, y otra vez me di media vuelta. En eso cuando volteo, me encuentro con Alicia que estaba regresando del baño. La vi, ella me vio, nos miramos. Trate por todos los medios de esconder la caja, para que no la viera, pero era imposible, fue lo primero que vio. Ya no quedaba otra opción, tenía que dársele en ese momento.
-Hola...
-Hola…
-¿A dónde vas? Pregunto Alicia.
-Este... yo…Iba al baño. Le dije nervioso.
- Ah, y eso ¿Qué es eso que traes ahí?
-¿Qué cosa?, ¿Esto? Ah, esto. Es una caja.... te la traje para ti.
-¿Para mí? dijo Alicia sorprendida.
-Si Alicia, es para ti. Te compré una rosa.
-¿Así? No te hubieras molestado.
-No, no, nada que ver. Simplemente se me antojo darte un regalito. Espero te guste.
-Gracias.
-Además, es una forma de agradecimiento a la salida, del sábado pasado. Abre la caja.
[Ella abre la caja, y sonríe.]
-Ay, ¡Qué lindo que eres! Está muy bonita.
-Es rosada, uno de tus colores favoritos.
-Sí. Gracias de nuevo Ferr, está bien bonita.
(...)
Luego entramos juntos al salón. Esa rosa de abajo es exactamente la misma rosa que le regalé.
Y bueno de la rosa, ahora, queda solamente el recuerdo imborrable y su nombre.
[Este es el inicio de una serie de post navideños, por eso el tema de los regalos. Mil gracias por entrar. Los dejo con una canción fabulosa "You raise me up" (Por ti seré). Se la dedico a...no es necesario decirlo, ya lo saben. ]