Hoy es un sábado ocioso, estoy en casa con reposo médico, pues me acaban de extraer dos muelas del juicio y no puedo salir, si es que quiero recuperarme rápido (con este cacharro todo magullado e hinchado tampoco me dan ganas de salir). De manera que, aprovecharé el día para cultivar con deleite la vagancia y relajarme leyendo un libro, hojeando una revista, escuchando música, escribiendo un post (mareándome en mis recuerdos).
Mi odontóloga me sugirió, más que sugerir, me impuso a comer solamente helados (muy sabio de su parte), me encanta comerlos. De modo que, saco mi pezziduri tricolor (fresa, vainilla y lúcuma) del freezer, dispuesto a devorármelo todo y no dejar absolutamente nada. Me desparramo en el sofá de la sala, conecto los auriculares del celular a mis orejas y empiezo a comer. Qué buena vida. Me siento un perezoso sin culpa, un haragán justificado.
De pronto, escucho el tema "Friday, I'm in love" de The Cure. Un temón. Me hace recordar que un sábado como hoy, en nuestra primera salida, la escuché en una escena de la pelicula que fui a ver con Alicia al cine (para que se entienda el sentido del relato, y sepan quién es Alicia recomiendo leer Un pequeño y dulce detalle I y II ). Aquel día fue nuestro primer "date", nuestro reencuentro cercano del mejor tipo. Definitivamente, aquel sábado, debiera ser o no, equivocado o no, "I was in love".
El recuerdo es bonito, gracioso y sobre todo memorable. Mi primer "date". Lo recuerdo como si fuera ayer, y cada vez que lo hago me empiezo a reír, solo, como un idiota, no lo puedo evitar.
Mi primera cita, nunca la planeé. Es más, no fui yo el que dio el primer paso, me cayó de sorpresa, como un baldazo de agua helada, y me encantó que fuera así. Resulta difícil de creerlo, pero fue Alicia la que me invitó (y fue la única vez que lo hizo dicho sea de paso). No lo hizo de manera directa, naturalmente, sino de la manera más diplomática, sutil e inteligentemente posible, como quién no quiere la cosa. Un viernes en la noche en mi bandeja de entrada aterriza un correo de ella, que decía así:
"...¿tienes algo q hacer este sábado? me encanta el cine y quisiera ir, pero no tengo con quien :o"
Alicia me estaba invitando al cine, definitivamente no lo podía creer. Jamás pensé que lo haría, pues por lo general algunas mujeres se complican la vida con el concepto de que "las chicas no invitan a los chicos" o "las mujeres no deberían dar el primer paso", lo cual me parece una antigua cojudez con vigencia contemporánea. De suerte que, ella era distinta, urbana, cool, atrevida, y algo engreída, lo cual me encantaba.
Asímismo, no podía creer que haya sido tan hueverto de esperar a que ella me invite, pudiéndolo hacerlo yo antes, y de facto lo iba a hacer; aunque me daba un poco de roche y miedo hacerlo, y que me dijera que no podía, chantándome una y mil excusas de las más inverosímiles, como por ejemplo: "Sorry Ferr, justo hoy me invitaron a un quince familiar y tengo que ir" o " Ferr la noche anterior estuve mal del estómago, no se me pasa, no puedo sorry". Pienso que las mujeres tienen una habilidad genética, natural y hasta profesional en el arte de poner excusas, uno nunca sabe cuando te dicen la verdad o te están mintiendo. En fin.
No obstante, no todo podía ser tan romántico. Para mi mala suerte, mi examen final de Macroeconomía era el lunes, y para colmo de males, para ese sábado en la noche me había comprometido y recomprometido, con mucha anticipación, con un grupo de amigos a estudiar todo la madrugada si fuera posible. Yo les ayudaría a resolver finales pasados y aclarar conceptos que no entendían (disculpen la inmodestia, pero era verdad, macroeconomía era mi fuerte). Odié saber tanto, sino no me hubiesen buscado.
Estaba en una disyuntiva terrible, tenía que elegir solo una, o entre mi grupo de estudio previo al final más yuca (ellos dependían de mis conocimientos, de mi ayuda, qué vaina era saber tanto) o acompañar a Alicia al cine, ambos el sábado en la noche.
Fue así que después de una breve reflexión y abrumado por la testosterona, decidí llamar a mis amigos, y de la manera más deshonesta, inventando mil y un escusas posibles, cancelando mi asistencia a estudiar (es mas hubiese cancelado cualquier cosa, incluso así hubiese pactado una reunión con el mismo presidente de la república). Naturalmente, mis amigos me interrogaron como si fuera un criminal rankeado las razones de mi repentina huida. Me ganaría su odio y resentimiento, seguro que sí. Pero qué más podía hacer, rechazar la invitación de Alicia (el cual ya es un hecho histórico, imaginense, ella no invita asi nomás a cualquier pelagato) hubiera sido una estupidez olímpica, digna de una presea de oro para el campeón de los babosos. Ella me estaba invitando y yo debía de estar encantado de acompañarla, y así se lo dije vía mensaje de texto:
“No tengo nada que hacer, chévere, vamos el sábado, te llamo luego para quedar, chau."
(...)
Ya era sábado, habíamos quedado para las 7 pm. Faltan siete horas para el reencuentro, en ese momento veo que no tengo nada decente con que presentarme. Así que vuelo a la tienda más cercana y compro la casaca más cool que haya. Una vez ella me comentó que uno de sus colores favoritos era el negro, así que mi casaca tenía que ser negra. De suerte que, encuentro una casaca negra importada, está mostra, ni me fijo en el precio, solo compro.
Las horas se pasan lentísimas, no dejo de ver mi reloj. Me siento, intranquilo, nervioso, seria nuestro reencuentro, después de cuatro meses que no nos veíamos. Hago fuerza mental, para que las manecillas del reloj se muevan a mayor velocidad. Es más, le hablo al reloj: -reloj te pido, por favor, marques más rápido las horas. Y así lo hizo, ya eran las 5 pm. Tenía que empezar a alistarme.
Para comenzar, una ducha con agua helada, no importa que sea invierno y me cague de frío, sería favorable para mejorar la circulación, para despertar mis sentidos, estar más sereno y controlable. Termino, luego me afeito el rostro de naufrago que tengo, me coloco mi after shave y listo. Después, ante la micro posibilidad de robarle un beso, me cepillo con indomable frenesí los dientes, tomando luego verdaderos 'shots' de Listerine "White", para que así no perciba el más mínimo olor de la hamburguesa de lechón horneado al jugo que me empujé en el almuerzo. Finalmente, arreglo mi cabellera con algo de gel para peinar.
Listo, terminé, estoy limpiecito e impecable. Paso a cambiarme, saco lo mejor que tengo, no tengo mucho, me cambió rápido nomás, para terminar me abrigo con mi casaca negra importada que recién había comprado. Finalmente, me echo mi perfume Fahrenheit de Christian Dior (claro, versión muestra nomás), para dejar una estela de aroma very irresistible.
Estoy listo. Agarro mis llaves, saco algún dinero. Y salgo de mi casa. Ya en el ascensor, me doy cuenta de que me olvidaba el regalo que le había preparado con mis propias manos de nombre "La cajita de los cinco sentidos" (esta es otra historia que luego os contaré). Carajo, tengo que regresar. Vuelvo, agarro la caja y listo rumbo a Larcomar, el punto de encuentro.
Busco un taxi. No hay ni un puto taxi. Justo cuando uno más los necesita no paran. En fin, encuentro uno. Durante el trayecto, me pongo a pensar que por fín nos vamos a reencontrar después de tanto tiempo que no nos veíamos, seguirá tan linda como el día en que la conocí.
Llego a Larcomar media hora antes de la hora pactada. Camino, reviso las tiendas para hacer tiempo, estoy intranquilo, atado de nervios (no lo puedo evitar). Pienso que todo saldrá bien, que será divertido. Camino de un lado para otro, sin rumbo fijo, puede llegar en cualquier momento, son los minutos más largos que me haya tocado vivir. No aguanto, subo arriba a esperarla. Miro mi reloj, ya han pasado media hora, la llamo y me dice que ya está llegando dentro de cinco minutos. !!Cinco minutos!!
!!Dios Santo¡¡, los cinco minutos más largos de mi vida. Camino y camino, no paro de caminar, quiero fumar (pero no puedo, tengo que estar impecable). Trato de ver en el horizonte para ver alguna señal de su llegada, pero nada. En mis manos llevo el regalo que le hice. Sigo caminando, mi corazón late a 1000000 revoluciones por minuto, cuando de pronto, en el momento menos esperado, escucho detrás mío una vocecita dulce que me dice:
-!Fernando¡
Volteo, y Alicia, con nuevo look, había hecho su aparición.
(....)
Ya no les contaré lo que hicimos y hablamos, sería demasiado desgastantes escribirlo, además no podría plasmarlo en simples palabras, se me hace muy difícil. Solo les puedo decir que la pase de la puta madre. Me encanto estar junto a ella aquel sábado de película, fue mi primera y la mejor cita que haya tenido con una chica. Gracias Alicia por invitarme, aquella vez fui el ser humano más feliz de la vía láctea. Por eso en homenaje a aquel momento memorable escribo este post, para no olvidarme de ese irrepetible instante de felicidad.
Aquella vez, vimos la película "El novio de mi madre", una comedia romántica (propuesta de Alicia). Cuyo verdadero título en ingles es "I could never be your woman" (yo nunca podré ser tu mujer). Pensándolo bien, habrá sido una indirecta de ella, no una elección casual y espontánea, sino un mensaje subliminal doloso, una premonición, una advertencia, un vaticinio a lo que me esperaba. Bah. Fuero de eso, la película estuvo muy divertida, y en compañía de ella y de los abuelitos la disfruté mucho más.
[En el siguiente video aparecen algunas escenas de la película. Qué bella mujer es Michelle Pfeiffer, inmejorable.]
2 comentarios:
Ferr te conozco hace algunos años y bueno hasta el dia de hoy no habia podido conocer esta otra faceta tuya... realmente me sorprendiste... eres mas interesante de lo que aparentas ser jajaja.. naaa no lo tomes a mal..hablo en serio. Sigue escribiendo...
Yo quiero saber sobre la cajita de los 5 sentidos...¿?¿?¿? cómo se come??
Publicar un comentario