viernes, 31 de octubre de 2008

Feliz Halloween Criollo

Hoy es halloween o el día de las brujas, fiesta extranjera, y seguro mucha gente saldrá a celebrar, me incluyo, disfrazados o no, y se divertirán en algún point de esta ciudad lujuriosa. Asimismo, se celebra el día de la canción criolla, festividad y marca registrada bien peruana, y las peñas estarán abarrotadas de gente algo más mayorcita, me imagino. Las dos me parecen opciones válidas.

Mi familia, en su mayoría, son muy criollos, y se agrava si todos son católicos, apostólicos y romanos. Y yo, claro está, soy la oveja descarriada de la familia, pues no me considero católico. Cuando estamos reunidos en casa en un almuerzo familiar, les digo que siempre voy a una discoteca a celebrar Halloween, no por ser contreras, sino por ser sincero con ellos y honesto conmigo mismo y joder un poco, e invito a mis primos a que formen parte de esta celebración que se me hace muy divertida y si es con disfraz mejor, más divertido aún. Entonces, todos en la mesa: mis tíos, mis abuelos, algunos tíos abuelos, se espantan, y me dicen:

-¡Qué Halloween ni qué Halloween!, no hay nada mejor como una fiesta criolla, cómo es posible que celebres esa tontería sí y tú eres bien peruano. Alienado de porquería. Estás adorando al diablo, a satanás, ¿Donde están los valores que te inculcamos?, que desperdicio de muchacho...

Los veo muy eufóricos, no quiero malograr mi rico picante de pollo por una tontería y nimiedad, ni desencadenar discuciones domésticas ni dinamitar la armonía familiar; de manera que, de la manera más cortes y respetuosa solo les digo:

-Si tú quieres celebrar el día de la canción criolla bien por ti y te felicito, que la pases bien y que te diviertas. Pero déjame a mí celebrar lo que me venga en gana, que no le hago daño a nadie, ni violo los derechos de nadie. Vivimos en un país libre  y tenemos el valor de elegir lo que querramos celebrar.

Por todo lo dicho.

¡¡¡Feliz halloween!!! Nos vemos en Drama ¡¡uuoohooho!!

y....

!Feliz día de la música criolla¡ y !Viva el Perú!

Peace out.

Los dejo con "This is Halloween" por Danny Elfmanmuy de la fantástica película animada The Nightmare Before Christmas, conocida en castellano como El extraño mundo de Jack. Un genio Tim Burton.

 


miércoles, 29 de octubre de 2008

¿El fin del mundo?

fin del mundo sin bordes 

Hoy me levanté muy temprano como a las 10 a.m., dormí como un niño, me lavo la cara y, luego, me preparo un jugo de papaya con mito (una fruta típica arequipeña, es como una papaya diminuta y rara), intento hacer una tortilla de huevo, cojo unos panes shiabatas, y empiezo a desayunar. Nunca veo televisión en la mañanas, no suelo ver los noticieros matutinos, ni los programas deportivos, no los aguanto, me cagan el día. En lugar de eso, prefiero ver algunos dibujos animados que me alegren la vida, son más divertidos.

Luego, paso a prender mi portátil y reviso mi correo para ver alguna novedad, pero encuentro lo mismo de siempre correos aburridos de la universidad, boletines, cadenas de ayuda, oraciones a san Judas Tadeo, advertencias sobre la burundanga, sobre el tráfico de órganos, sobre cuidados de los productos en lata, regalo de celulares, anulaciones del Hotmail, invitaciones del hi5 y otras tantas tonterías más. Nada importante. Salvo por una cadena, que capto un poco mi atención, que me la mandó mi querida amiga Anita, una chica muy risueña y alocada, siempre le dije que no me enviará bobadas, que por los general no las abro, ni me gusta abrirlas y las borro sin leerlas, pero veo que nunca me hace caso y siguió mandándomelas.

Leo su cadena, y me doy cuenta que es una cadena cuyo mensaje y advertencia principal es que me porte bien, que sea buen chico y vaya por el buen camino y cumpla a raja tabla los 10 mandamientos; de lo contrario, sufriría en el fuego eterno del averno y sería juzgado por Dios el día del juicio final que sería pronto, en el año 2012. En el momento me pareció una tontería y un disparate la advertencia, entre otras razones porque no creo en la vida después de la muerte, no le temo al infierno (de existir), hasta podría decir que más le temo al cielo, pues sean las torturas que haya en el infierno, creo que el aburrimiento de estar en el cielo debe ser todavía peor.

No obstante, me dio mucha curiosidad por saber porque el 2012 era considerado un vencimiento de proporciones apocalípticas, así que me puse a investigar un poco más sobre el tema para saber si era cierto o no aquel infortunio.

Googleando un rato, encontré que era cierto, el 2012 era un año apocalíptico, un año fatídico. Una serie de premoniciones, vaticinios, cruces, coincidencias confabulaban para que ese año, específicamente el 21 de diciembre, la profecía del horror se hiciera una realidad y con ella el fin de todo ser vivo sobre el planeta tierra. En efecto, el fin del mundo no era una farsa, ni algo imposible de ocurrir. La advertencia explícita de la cadena que me envió Anita tenía algo de verdad.

De inmediato, me puse a investigar y buscar un poco más sobre el tema, pues me tenía muy intrigado; paralelamente, que tomaba mi rico café pasado bien cargado. Luego de algunas horas de leer algunas webs, pude encontrar dos razones principales y argumentadas por el cual se especula que el fin del mundo sería dentro de !!!CUATRO AÑOS¡¡¡; en otras palabras, cuando tenga 26 años, no puede ser, demasiado joven para morir.

En primer lugar, según los astrónomos y científicos más respetados del planeta, el 21 de diciembre del 2012 por primera vez, luego de 36000 años, la tierra, el sol y el resto de los planetas del sistema solar "supuestamente" se van a alinear, y formarían una gran cruz, hecho que traería  consecuencias negativas y catastróficos en la tierra, como por ejemplo, terremotos, huracanes, diluvios, ciclones, etcétera. Algo parecido a lo que sucedió en la película "A day after tomorrow" para darse una idea. 

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En segundo lugar, según los mayas, una de las culturas más brillantes y poderosas de la antigüedad, que sobrevivieron seis veces más tiempo que el Imperio Romano, y construyeron más ciudades que los antiguos Egipcios y que tenían a los mejores matemáticos y astrónomos del orbe, habían determinado que el fin de su calendario daría inicio a una nueva era, una nueva época, un renacimiento, (de manera semejante a lo que ocurrió con los dinosaurios) pero para que ello ocurriera todo ser vivo tenía que extinguirse primero. Y así se haría. La fecha sería el 21 de diciembre del 2012. Si quieres saber más Click aquí.

En suma, encontré estos dos hechos como los principales por el cual se especula que el 2012 podría ser el fin del mundo. Entonces, la primera pregunta que me hice, para absolver mis dudas, fue: ¿Es posible que estos hechos ocurran el mismo día? Si, absolutamente. La segunda pregunta es: ¿Es posible que los dos estén relacionados? Si, seguro, pues no lo afirmo yo, lo dicen los científicos del espacio y la historia misma. Tercero, ¿Los mayas han podido ser una civilización tan extraordinariamente avanzada que era capaz de predecir eventos casi celestiales como éste? Si, porque no. Hasta ese momento todo coincidía, si tenía lógica. No había escapatoria, ¡era el fin! y el ¡inicio de una nueva era!

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Pero, !bah¡ ¿Estás coincidencias significan, verdaderamente, que el mundo se iba a acabar?. Sinceramente, me dije, ¡NO! Todo no era más que simples especulaciones.

Hasta el día de hoy, el fin de mundo ha sido predicho por mucha gente, para el año 1999, 2000, 2002, para el 05/05/05/ o el 06/06/06, etcétera. Han habido miles de predicciones, entre las más importantes tenemos a la del cuasi infalible Nostradamus para el nuevo milenio. Es más, recuerdo que cuando estaba en Cusco en el colegio Salesiano, sexto de primaria, cuando era un púber ingenuo e inocente y mi mentecita estaba virgen como el río amazonas, un día, en la clase de religión, un cura nos empieza a leer un texto que había traído. Yo, que me sentaba al fondo, empecé a escuchar atentamente lo que empezó a leer. El texto decía algo así, si más no recuerdo:

".....Para el final de los tiempos, que será pronto, el rey del horror, bajará a la tierra, después de que él llegue, todas las estrellas y el sol caerán en la oscuridad de la galaxia, todo el universo sufrirá una gran revolución. Todos los que viven en la tierra llorarán sufrimiento, porque las catástrofes que nos tocaran vivir en aquellos días, nunca antes han ocurrido en la historia de la humanidad en miles de años, y tampoco volverá a ocurrir en el futuro, serán salvados solo los que hayan cumplido con la palabra divina y creyeron en Jesucristo como su salvador personal, de lo contrario nadie sobrevivirá, ¡¡Nadie!!....ya están preparados el juicio final llegará, y ese día serán juzgados por todos sus actos sin piedad..."

Naturalmente, esas palabras me hicieron estremecer de escalofríos y nos generó a todos un miedo casi esquizofrénico; era recién un niño y me creí todo lo que dijo el cura en clase. Llegué a casa consternado, al borde del llanto a abrazar a mi madre y decirle lo mucho que la quería.

No obstante, valgan verdades, el hecho es que el mundo sigue aquí. Desde esa fecha que escuché aquel texto deleznable han pasado 12 años, y no ha sucedido nada extraordinario que haya traído como consecuencia el fin del planeta. Antes bien, tampoco digo que la tierra sea eterna y que va a durar por los siglos de los siglos, habrá un día, que como consecuencia de su deterioro y agotamiento natural llegará a su fin, pero supongo faltaran miles de miles de años, y ya no estaré vivo para verlo, felizmente.

Para terminar, llegué a la conclusión de que no existe una freakin manera de saber cuándo será el fin del mundo, nadie lo puede saber, nadie tiene la verdad en sus manos, ninguna cultura, ninguna religión o lo que fuera. Todas son simples especulaciones. Y pensar que es posible vaticinar con milimétrica exactitud el fin de los tiempos es digna de ser una fantochada mayúscula.

Así que pido tranquilidad, serenidad y calma,  que no será el fin del mundo ni mañana, ni el 2012, ni el 2050, (algunos amigos se asustaron cuando les di la noticia), es más les apuesto 1 billón de dólares que así será, pero bueno si llegase a ocurrir, igual no podría pagarles, no hay forma, pues estaría muerto.

(...)

Creo recordar, que una vez sentí que si había llegado el fin del mundo a mi vida, pero en el plano sentimental. La chica de la cual estaba perdidamente enamorado (más perdido que enamorado) y que más quise en este mundo, me juzgo con su desprecio e indiferencia y me dijo que me olvidara de ella, que no me quería ver nunca más y que me trage la tierra para que ella estuviera feliz. Ese si fue una hecatombe sentimental, una catástrofe, fue un huracán que arrasó mi ecosistema emocional en su plenitud, se llevo cuantos árboles, casas, carros y vacas existían en mi diminuta geografía, no dejando nada a su paso. Más que dolido, me dejo damnificado, a la intemperie, en el desamparo total, sin un techo, a merced del diluvio universal.

Fue en ese momento en el que me di cuenta que en vano había forzado la realidad y que nuestro amor era un imposible, una utopía, una ilusión, una químera solo posible en el país de las maravillas (lugar donde ella vivía y yo había sido expulsado) y tan fantásticamente imposible como el hecho de que el fin del mundo real sea mañana o el 2012, o como que una rata sea el mejor chef de París. Algo así, supongo.

sábado, 25 de octubre de 2008

Crónica de un chimuelo

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Hoy es un sábado en el cual tengo que imitar a "Chucho" el canino que ven en la foto de arriba (lo cual no se me hace tan difícil, por cierto). Tengo que estar igualito, inmóvil, quieto, tieso y ocioso por un buen tiempo si es que quiero recuperarme lo más rápido posible, y así llegar en perfecto estado a la fiesta que había planificado para Halloween con unos amigos del barrio. La razón principal por la que tengo que estar en la absoluta quietud es que me han sacado dos muelas del juicio, las de abajo, las más dolorosas, las que no salen fácilmente, las que están incrustadas en el hueso y que necesitan un taladro, martillo y cincel para extraerlas (en mi caso).

A 24 horas de haberme operado y extraído las muelas, me miro al espejo, y veo algo raro, no puedo ser yo, es otra persona o me han cambiado de espejo y me trajeron uno del Salón de los espejos de la desaparecida Feria del hogar (Te llama la llama). Veo algo deforme, desfigurado, puedo ver unos cachetes tan inflados como dos globos aerostáticos, y que si abriera mi ventana y me tirara, en vez de caer, rompería cualquier ley de la gravedad flotando en el aire con rumbo desconocido. Me doy cuenta que Kiko, al costado del pata que aparece reflejado en el espejo, tiene el rostro más enjuto y esmirriado del planeta.

No quiero verme, ni que me vean. Me aíslo en mi habitación, en mi pequeño universo, no sin antes, traerme mi pezziduri sabor Sublime, y endulzarme la vida, es lo único que puedo y quiero comer. Cultivaré otra vez con gozo la vagancia, elogiaré la pereza. No quiero estar tirado en mi cama, sino sentado. De manera que, agarro mi laptop, la coloco en mi pequeño escritorio, coloco algo de música, me olvido del mundo por un rato y empiezo a escribir.

Lo que les quiero contar hoy es la crónica de un chimuelo, valga la redundancia, que ya no tiene más sus dos muelitas del juicio. Así mismo, detallaré, todo lo que viví y sentí en aquellos olvidables momentos de tortura (más que física, fue mental).

El lugar del martirio sería el Centro Odontológico Americano de San Isidro. El día y hora (que uno quiero que nunca llegué, pero al final llega más rápido de lo que uno imaginaba) era un viernes a las 11 am en punto. Mi odontóloga y cirujana Ericka Azula, una joven, pelirroja y muy guapa doctora (debo confesar que tengo un especial gusto por las pelirrojas, son mi debilidad, mi talón de Aquiles, tienen un nose qué qué sé yo que me engancha al toque, en fin esa es otra historia). Ericka me esperaba, alicate en mano, para extraerme mis dos muelitas.

Quiero, antes, contarles a grosso modo como llegué, felizmente, a las manos de Ericka. Un día, decidí ir al dentista (obligado por mi madre claro) para un control general, y comenzar a arreglarme mis dientecitos "rompan filas" que tenía en ese momento, y quedar más bello y guapo (en opinión subjetiva de mi madre). Me sacaron, entonces, unas radiografías, y vieron que necesitaba extraerme cuatro muelas del juicio final que me habían salido al fondo en la mandíbula, llamadas también terceras molares. Obviamente, hasta que no me saquen esas benditas muelas no había forma de seguir con el tratamiento de reconstrucción de mis dientes.

No piensen que fue fácil, pues yo esperé como casi tres meses para recién decidirme a hacerlo. La razón es simple, yo le tengo un verdadero pánico al dentista, nunca consideré al odontólogo como a un amigo, sino, al contrario, lo consideraba un enemigo en potencia, un ser insensible, malvado, que me haría sufrir y padecer durante el tiempo que dure la operación. Aseguraba cierta la frase: que los odontólogos siempre van al infierno, claro que si, a donde más podían ir. ¡Joder!.

Asimismo, tenía la idea de que era doloroso, insoportable y terrible sacarse unas muelas. Debo confesar, que en verdad me mariconeé fuerte a la hora de tomar la decisión de ir a extraérmelas, nunca lo hice hasta luego de tres meses. Y la razón por las cual me decidí, aunque suene estúpido y ganso, fue que la chica que me gustaba y estaba saliendo, me dijo que no le gustaban mis dientes. Así de simple, directo y franco.

(...)

- En que piensas, dijo ella.

-En nada, respondí. (Mentira, estaba pensando en ella. Imaginaba que estábamos juntos, abrazados mirando las estrellas, ver pasando una estrella fugaz, a las "tres marías" y la constelación del oso).

- Ferr dime una cosa, ¿Qué es lo que más te gusta de mí o sea físicamente? , dijo ella.

-Me gustan tus ojos, tienes unos ojos muy bonitos, en serio. Le dije.

-Ay, Gracias Ferr. Qué lindo. Y dime ahora ¿qué es lo no te gusta de mi? Dijo ella con sus mejillas colaradas.

- Que hablas mucho jajaja. Nada, fuera de joda, te veo estupenda. Ahora. Dime ahora tú, ¿qué es lo que te gusta de mí? ¿Si hay algo? o ¿qué es lo que no te gusta?

- Jaja, la verdad, no lo tomes a mal, pero no me gustan tus dientecitos.

- ¿Qué tienen mis dientes?, pregunté sorprendido.

-Ósea están bien, pero si te los arreglases te verías mucho mejor, dijo ella mientras se miraba y duplicaba su belleza en su espejito.

(....)

Desde ese momento sin pensarlo, fui a la clínica, saqué una cita, para un viernes a las 11 de la madrugada. Tenía que arreglarme los dientes cuanto antes. A las finales, fue por ella que decidí tirar a la basura todos mis miedos, y sacarme de una vez por todas las cuatro muelas del juicio en una sola operación si fuera posible. No me importaba nada, soportaría heroicamente el dolor por el fin supremo: su amor.

Ahora que lo pienso, creo que las mujeres de alguna manera dominan el mundo y solo ellas pueden quebrantar cualquier cosa, cualquier miedo, cualquier dogma, cualquier principio, y hacer que uno haga las cosas más impensadas, que en un momento de cabeza fría jamás la haría, ni loco.

Bueno me desvié del tema. Como decía, ya había sacado una cita con fecha y hora para la extracción. Ya no me importaba que me doliera, más me hubiese dolido que me diga "Neeexts" por mis dientecitos "rompan filas" y se fije en un pelotudo que la encegueciera y derritiera con una sonrisa "kolynos" bien parecida. Eso sería fatal. De modo que, tenía que hacer algo para mejorar y pronto.

Para suerte mía, el doctor que tenía fama de bestia, bruto e insensible (según mi hermana, que fue atendida por él) no solo te hacía ver estrellas, sino todas las constelaciones juntas (la osa menor, mayor, géminis, libra, etcétera) y hasta las constelaciones perdidas en el universo. El tipo no tenía la más mínima noción de delicadeza a la hora de extraer muelas, ni con las mujeres. De suerte que, aquella vez que fui a sacar una cita, se había tomado una licencia, pues se había roto la mano el condenado. ¡Ja! qué irónico, justo su herramienta de trabajo. Saboreé por dentro aquel infortunio, era la venganza de todas las victimas que pasaron por tus manos e hiciste sufrir, basura.

Fue así, que al no ver otro doctor-cirujano, me pusieron con la amorosa doctora Ericka Azula. Una señora, joven, de cabello rojizo, muy guapa, como había dicho.

Ya era viernes, tenía que ir a mi cita. De manera que llegue al lugar, entre, me persigne (por seacaso). Entro al lobby de la clínica y digo que tengo cita con la doctora Azula, me dicen que espere, que ya me iban a llamar en cualquier momento. Entonces, me siento y espero, cojo una revista y me pongo a hojearla. Coloco mi talón sobre mi rodilla, sentada de macho, y mi pie se empieza a mover de forma descabellada, señal de mi nerviosismo inequívoco, no era para más estaba a minutos de la operación. De pronto sale una joven enfermera diciendo.

-Paciente Fernando Coral.

Ese soy yo. No puede ser ya había llegado el momento. Estaba con el corazón en la mano, pero no había vuelta que darle, la locura ya estaba consumada, tenía que entrar, no había marcha atrás.

-¿eh? Sí, soy yo. Digo con voz trémula.

-Pasa por favor.

Ya en el consultorio, entro, y la doctora me pregunta.

-hola Fernando, ¿cómo estás?, ¿todo bien? Te vi un poco tenso afuera.

-Si todo bien, dije (pero en verdad todo estaba mal, me moría de los nervios, quería irme corriendo, escapar como un niño).

-¿Puedo escuchar música?, luego pregunté

-Sí, claro. Recuéstate ahí.

-¿Va a doler?, pregunté nervioso.

-Te va a molestar un poco, pero no dolerá, no te pongas muy nervioso, sino sí te va a doler. (¡Bah!, por favor, ese es un cliché, que no necesariamente es cierto)

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Me siento en la silla de la tortura (la que ven arriba, esa es la misma), la doctora toda amorosa me da voz de aliento, dice que no me dolerá, solo me molestará un poco. Para comenzar, me coloca nose cuantas inyecciones de anestesia en la zona donde se encuentra la tercera molar derecha. Las inyecciones vienen y vienen y nunca acaban, debo reconocer que los hincones, si duelen un poco, hasta al más macho de machos le dolería, es inevitable. Era cierto, cuando me decían que la anestesia era una de las partes más jodidas de la operación, aunque, también, depende de la mano del dentista.

Una vez que ambos lados fueron anestesiados, la doctora me dice que espera quince minutos afuera, para que la anestesia hiciera su efecto. Las inyecciones no me gustaron, la anestesia jode la boca, no lo puedo evitar. Salgo del consultorio con los ojos vidriosos, al borde del llanto, como niño que va por primera vez va a que le saquen su diente de leche.

Esperar sentado, previos a tu extracción, es uno de los momentos de mayor angustia, nerviosismo y desesperación, casi comparable, para mí, al momento de esperar los resultados de una prueba de embarazo luego de haber celebrado el amor con tu pareja en tu primer encuentro y no haberse protegido.

Pasan los minutos, miro mi reloj, empiezo a temblar, los segundos se hacen interminables, !Por Dios! !no aguanto más! !Sálveme quien pueda!. De pronto, aparece la enfermera y me llama.

-Fernando, pase por favor.

Entro al consultorio, es irreversible, sería la primera vez que sentiría tanto dolor físico en mi vida, pero bueno sería un dolor necesario, en pro de una buena causa, de verme mejor, sentirme mejor y estar más presentable. Pero sobre todo, para que la chica que me gustaba en ese momento NO me deje solo por mis dientes, lo cual me dolería mucho más, ni hablar. Así que, me conecte el reproductor de música a mis orejas, tome aire, me persigne (por seacaso, era un operación de alto riesgo) y me eche en la silla de torturas, que ya les mostré arriba.

Ericka me dice que todo estaría bien, me dolería un poquito nomás, mas sentiría una molestia, pero no dolor, y si lo sentía que levante la mano de derecha (¡bah!, eso dicen todos los dentistas, para crearte una falsa ilusión de tranquilidad). Luego pasa a colocarme una tela en mi cara, dejando solo visible mi boca. Me colocan algo en los labios, acercan la luz a mi rostro y comienza.

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-Pásame, el bisturí, le dice la doctora a su asistente.

Luego de casi 45 minutos....

(...)

-Muñeco, ya está, ya salieron las dos, ya vez no dolió, ahora te pondremos los puntos que es lo más fácil. Dijo Ericka.

Con mi rostro de zombi y al borde del desmayo, solo atiné a mover la cabeza confirmando su aseveración.

Debo confesar, una vez terminada la operación, que no sentí mucho dolor, salvo por una maquinita que parecería que estuvieran taladrándome la mandíbula, eso sí dolió un poco. Pero en suma, no sentí dolor alguno. Mis dos muelas salieron, me suturaron las heridas y listo. Había acabado.

Me sentía bien y mal. Bien porque al fin la tormenta había pasado, la locura ya estaba hecha; y mal, porque me había torturado mentalmente y renegado como un niño de algo que había creado en mi cabeza que no era más que una mentira sin fundamento, respecto al dolor. Me dejé llevar por las opiniones de amigos y familiares que estaban equivocados o no habían ido a un buen dentista. Al menos pude confirmar la teoría de que no todos los dentistas hacen doler, aunque eso depende de tu mandíbula y tu cirujana (que en mi opinión debe ser mujer y si es pelirroja mejor).

Me levanto, me miro en el espejo del consultorio, ya veo los efectos, mi rostro se hincharía poco a poco. Hablo con la doctora y me da un sin fin de antibióticos e inyecciones de nombres impronunciables. Me dice que tengo que ponerme dos inyecciones ahorita, para que de ese modo, no me duela pasado el efecto de la anestesia. Ericka, me dice que vuelva el lunes en la mañana para una revisión, y que solo puedo comer helados y pastas, y que me coloque hielo para disminuir la hinchazón.

Salgo, todos me miran, seguramente pensarían: que valiente ese muchacho carajo. Ja si supieran, que al comienzo me mariconié horrible. Pero, ya lo había hecho y estaba de alguna manera contento, me sentía bien, alivianado; al fin me arreglarían los dientes, lo cual me ponía feliz. Obviamente, igual me gustaba dar esa imagen de valentía y hombría repentina y falsa, y ser el ejemplo de los niños que pululaban por ahí, y que no querían entrar por temor al dolor.

Como no todo podía ser un lecho de rosas, venía lo peor. La primera inyección en el trasero. Para hacerles el cuento corto, yo soy tan miedoso como Gokú en este video, odio las agujas, me dan terror. Definitivamente, soy igual que él.

Bueno, esta fue mi experiencia, mi locura, mi aventura en el dentista. Hasta el momento ya me han sacado las cuatro muelas del juicio. Ya estoy listo, ahora si, para arreglarme mis dientes y lograr con ello el fin supremo (o al menos tener la esperanza de lograrlo), que si leyeron con atención el post sabrán cuál es. Por lo pronto tengo que descansar y seguir imitando a "Chucho" por un tiempo indefinido.

[Para los lectores, que lean este post, y piensen sacarse algún diente, muela o lo que fuere, recomiendo ir al Centro Odontológico Americano, en especial con mi dentista, la doctora Ericka Azula, una excelente odontóloga, me trató con gran humanidad y compasión; además, que tiene una mano, no me hizo doler casi nada, más me dolieron las casi seis inyecciones que me tuvieron que poner después, ¡pobre poto! parecía un colador el pobre de tanto jeringazo]

[En la foto de abajo aparesco yo, agazapado, como un vampiro, ocultando mis cachetes elefantiásicos (se puede ver un poco la hinchazón, no es para más me sacaron dos muelas al hilo); ojala pase rápido, antes de mi fiesta de Halloween.]

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[Unwell de Matchbox 20, un temón. La escuchaba mientras me sacaban las muelas.]

martes, 21 de octubre de 2008

Un sábado de película

Hoy es un sábado ocioso, estoy en casa con reposo médico, pues me acaban de extraer dos muelas del juicio y no puedo salir, si es que quiero recuperarme rápido (con este cacharro todo magullado e hinchado tampoco me dan ganas de salir). De manera que, aprovecharé el día para cultivar con deleite la vagancia y relajarme leyendo un libro, hojeando una revista, escuchando música, escribiendo un post (mareándome en mis recuerdos).

Mi odontóloga me sugirió, más que sugerir, me impuso a comer solamente helados (muy sabio de su parte), me encanta comerlos. De modo que, saco mi pezziduri tricolor (fresa, vainilla y lúcuma) del freezer, dispuesto a devorármelo todo y no dejar absolutamente nada. Me desparramo en el sofá de la sala, conecto los auriculares del celular a mis orejas y empiezo a comer. Qué buena vida. Me siento un perezoso sin culpa, un haragán justificado.

De pronto, escucho el tema "Friday, I'm in love" de The Cure. Un temón. Me hace recordar que un sábado como hoy, en nuestra primera salida, la escuché en una escena de la pelicula que fui a ver con Alicia al cine (para que se entienda el sentido del relato, y sepan quién es Alicia recomiendo leer Un pequeño y dulce detalle I y II ). Aquel día fue nuestro primer "date", nuestro reencuentro cercano del mejor tipo. Definitivamente, aquel sábado, debiera ser o no, equivocado o no, "I was in love".

El recuerdo es bonito, gracioso y sobre todo memorable. Mi primer "date". Lo recuerdo como si fuera ayer, y cada vez que lo hago me empiezo a reír, solo, como un idiota, no lo puedo evitar.

Mi primera cita, nunca la planeé. Es más, no fui yo el que dio el primer paso, me cayó de sorpresa, como un baldazo de agua helada, y me encantó que fuera así. Resulta difícil de creerlo, pero fue Alicia la que me invitó (y fue la única vez que lo hizo dicho sea de paso). No lo hizo de manera directa, naturalmente, sino de la manera más diplomática, sutil e inteligentemente posible, como quién no quiere la cosa. Un viernes en la noche en mi bandeja de entrada aterriza un correo de ella, que decía así:

"...¿tienes algo q hacer este sábado? me encanta el cine y quisiera ir, pero no tengo con quien :o"

Alicia me estaba invitando al cine, definitivamente no lo podía creer. Jamás pensé que lo haría, pues por lo general algunas mujeres se complican la vida con el concepto de que "las chicas no invitan a los chicos" o "las mujeres no deberían dar el primer paso", lo cual me parece una antigua cojudez con vigencia contemporánea. De suerte que, ella era distinta, urbana, cool, atrevida, y algo engreída, lo cual me encantaba.

Asímismo, no podía creer que haya sido tan hueverto de esperar a que ella me invite, pudiéndolo hacerlo yo antes, y de facto lo iba a hacer; aunque me daba un poco de roche y miedo hacerlo, y que me dijera que no podía, chantándome una y mil excusas de las más inverosímiles, como por ejemplo: "Sorry Ferr, justo hoy me invitaron a un quince familiar y tengo que ir" o " Ferr la noche anterior estuve mal del estómago, no se me pasa, no puedo sorry". Pienso que las mujeres tienen una habilidad genética, natural y hasta profesional en el arte de poner excusas, uno nunca sabe cuando te dicen la verdad o te están mintiendo. En fin.

No obstante, no todo podía ser tan romántico. Para mi mala suerte, mi examen final de Macroeconomía era el lunes, y para colmo de males, para ese sábado en la noche me había comprometido y recomprometido, con mucha anticipación, con un grupo de amigos a estudiar todo la madrugada si fuera posible. Yo les ayudaría a resolver finales pasados y aclarar conceptos que no entendían (disculpen la inmodestia, pero era verdad, macroeconomía era mi fuerte). Odié saber tanto, sino no me hubiesen buscado.

Estaba en una disyuntiva terrible, tenía que elegir solo una, o entre mi grupo de estudio previo al final más yuca (ellos dependían de mis conocimientos, de mi ayuda, qué vaina era saber tanto) o acompañar a Alicia al cine, ambos el sábado en la noche.

Fue así que después de una breve reflexión y abrumado por la testosterona, decidí llamar a mis amigos, y de la manera más deshonesta, inventando mil y un escusas posibles, cancelando mi asistencia a estudiar (es mas hubiese cancelado cualquier cosa, incluso así hubiese pactado una reunión con el mismo presidente de la república). Naturalmente, mis amigos me interrogaron como si fuera un criminal rankeado las razones de mi repentina huida. Me ganaría su odio y resentimiento, seguro que sí. Pero qué más podía hacer, rechazar la invitación de Alicia (el cual ya es un hecho histórico, imaginense, ella no invita asi nomás a cualquier pelagato) hubiera sido una estupidez olímpica, digna de una presea de oro para el campeón de los babosos. Ella me estaba invitando y yo debía de estar encantado de acompañarla, y así se lo dije vía mensaje de texto:

“No tengo nada que hacer, chévere, vamos el sábado, te llamo luego para quedar, chau."

(...)

Ya era sábado, habíamos quedado para las 7 pm. Faltan siete horas para el reencuentro, en ese momento veo que no tengo nada decente con que presentarme. Así que vuelo a la tienda más cercana y compro la casaca más cool que haya. Una vez ella me comentó que uno de sus colores favoritos era el negro, así que mi casaca tenía que ser negra. De suerte que, encuentro una casaca negra importada, está mostra, ni me fijo en el precio, solo compro.

Las horas se pasan lentísimas, no dejo de ver mi reloj. Me siento, intranquilo, nervioso, seria nuestro reencuentro, después de cuatro meses que no nos veíamos. Hago fuerza mental, para que las manecillas del reloj se muevan a mayor velocidad. Es más, le hablo al reloj: -reloj te pido, por favor, marques más rápido las horas. Y así lo hizo, ya eran las 5 pm. Tenía que empezar a alistarme.

Para comenzar, una ducha con agua helada, no importa que sea invierno y me cague de frío, sería favorable para mejorar la circulación, para despertar mis sentidos, estar más sereno y controlable. Termino, luego me afeito el rostro de naufrago que tengo, me coloco mi after shave y listo. Después, ante la micro posibilidad de robarle un beso, me cepillo con indomable frenesí los dientes, tomando luego verdaderos 'shots' de Listerine "White", para que así no perciba el más mínimo olor de la hamburguesa de lechón horneado al jugo que me empujé en el almuerzo. Finalmente, arreglo mi cabellera con algo de gel para peinar.

Listo, terminé, estoy limpiecito e impecable. Paso a cambiarme, saco lo mejor que tengo, no tengo mucho, me cambió rápido nomás, para terminar me abrigo con mi casaca negra importada que recién había comprado. Finalmente, me echo mi perfume Fahrenheit de Christian Dior (claro, versión muestra nomás), para dejar una estela de aroma very irresistible.

Estoy listo. Agarro mis llaves, saco algún dinero. Y salgo de mi casa. Ya en el ascensor, me doy cuenta de que me olvidaba el regalo que le había preparado con mis propias manos de nombre "La cajita de los cinco sentidos" (esta es otra historia que luego os contaré). Carajo, tengo que regresar. Vuelvo, agarro la caja y listo rumbo a Larcomar, el punto de encuentro.

Busco un taxi. No hay ni un puto taxi. Justo cuando uno más los necesita no paran. En fin, encuentro uno. Durante el trayecto, me pongo a pensar que por fín nos vamos a reencontrar después de tanto tiempo que no nos veíamos, seguirá tan linda como el día en que la conocí.

Llego a Larcomar media hora antes de la hora pactada. Camino, reviso las tiendas para hacer tiempo, estoy intranquilo, atado de nervios (no lo puedo evitar). Pienso que todo saldrá bien, que será divertido. Camino de un lado para otro, sin rumbo fijo, puede llegar en cualquier momento, son los minutos más largos que me haya tocado vivir. No aguanto, subo arriba a esperarla. Miro mi reloj, ya han pasado media hora, la llamo y me dice que ya está llegando dentro de cinco minutos. !!Cinco minutos!!

!!Dios Santo¡¡, los cinco minutos más largos de mi vida. Camino y camino, no paro de caminar, quiero fumar (pero no puedo, tengo que estar impecable). Trato de ver en el horizonte para ver alguna señal de su llegada, pero nada. En mis manos llevo el regalo que le hice. Sigo caminando, mi corazón late a 1000000 revoluciones por minuto, cuando de pronto, en el momento menos esperado, escucho detrás mío una vocecita dulce que me dice:

-!Fernando¡

Volteo, y Alicia, con nuevo look, había hecho su aparición.

(....)

Ya no les contaré lo que hicimos y hablamos, sería demasiado desgastantes escribirlo, además no podría plasmarlo en simples palabras, se me hace muy difícil. Solo les puedo decir que la pase de la puta madre. Me encanto estar junto a ella aquel sábado de película, fue mi primera y la mejor cita que haya tenido con una chica. Gracias Alicia por invitarme, aquella vez fui el ser humano más feliz de la vía láctea. Por eso en homenaje a aquel momento memorable escribo este post, para no olvidarme de ese irrepetible instante de felicidad.

Aquella vez, vimos la película "El novio de mi madre", una comedia romántica (propuesta de Alicia). Cuyo verdadero título en ingles es "I could never be your woman" (yo nunca podré ser tu mujer). Pensándolo bien, habrá sido una indirecta de ella, no una elección casual y espontánea, sino un mensaje subliminal doloso, una premonición, una advertencia, un vaticinio a lo que me esperaba. Bah. Fuero de eso, la película estuvo muy divertida, y en compañía de ella y de los abuelitos la disfruté mucho más.

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[En el siguiente video aparecen algunas escenas de la película. Qué bella mujer es Michelle Pfeiffer, inmejorable.]

sábado, 18 de octubre de 2008

Carta a Dios

Dios

Querido Dios:

Hasta el día de hoy no estoy seguro de que existas y mi mejor criterio racional me dice que no. Honestamente, algún día me gustaría darme cuenta de que estaba equivocado de mi actitud rebelde, pero honesta y humilde de acercarme a ti. Seguramente te debes preguntar el porqué de mi postura escéptica y suspicaz. Dios, hoy me tomé mi tiempo en escribirte y la respuesta que puedo ofrecerte es simple: ¿Por qué no? Si no existirías no perdería nada, y si existieras esperaría entender y comprender más un poco acerca de tu existencia; asímismo, esperaría que tú me comprendas y entiendas las razones de mi incredulidad.

Para comenzar me gustaría contarte la historia de mi descreencia. Vine al mundo hace 22 años de una familia muy católica, gran parte de ese tiempo he estado practicando las costumbres religiosas que me impuso mi familia, ellos son muy creyentes y practicantes. Asímismo, estudié en colegios religiosos durante toda mi adolescencia y actualmente estudio en una universidad etiquetada de 'pontificia' y 'católica'. Durante mi adolescencia nunca se cruzó por mi mente que no pudieras existir. No obstante, hasta hace cinco años que empecé a descubrir el mundo, ampliar mis pocos conocimientos en base a todo tipo de literatura, a conocerme a mí mismo y a redefinir mis creencias, todo ello a confabulado a que me planteé nuevas interrogantes a mi vida, y una de ellas es: ¿Dios en verdad existes?

Respeto profundamente a quienes se sientan orgullosos de su fe en ti (no quiero convencerlos de lo contrario). Sería muy fresco, facilista y hasta inmoral catalogarme como católico, apostólico y romano o algo asi a estas alturas de mi vida. Pues, en verdad, no lo soy. Por esta razón, no tengo otro camino que definirme como agnóstico, no porque yo quiera, sino porque no encuentro una definición más cercana a mis creencias (no ateo, pues no rechazo tu existencia).

Dios, la vida es bella y el amor es real. La bondad es más poderosa que la maldad y la felicidad está en todos lados. Sin embargo, debo entender que no todo es color de rosa. Gente inocente muere y murió en manos de tiranos como Hitler, Stalin, Saddam Hussein, Pinochet, terroristas, etcétera; enfermedades incurables matan a millones de personas cada año; desastres naturales, consecuencias del calentamiento global, arrasan con ciudades enteras; y en este momento, alguién debe estar sufriendo de hambre en algún lugar del planeta. Personalmente, no me baso en las cosas maravillosas y bellas que me pasan o que hay en el mundo para decir que tú existes; del mismo modo, no quiero ampararme en los desastres, crímenes, muertes y violaciones para justificar que no puedas existir. Me parece argumentos tontos, ridículos y sobre todo irrelevantes.

Dios, disculpa la osadía moral, pero no tengo ni la menor idea si tú eres real o no, cómo probarlo. A veces pienso que eres una invención del ser humano por necesidad de protección, sobre todo de los miedos, en especial a la muerte. Miedos que son resueltos y aliviados a través de la creencia en ti. En mi opinión personal, no tengo porque tenerle miedo, pánico o terror a la muerte, no porque me crea el valiente, sino que no le puedo tener miedo a algo que no conozco (quizas puede ser hasta mejor que la vida terrenal, pero no lo puedo saber). Algún día lo sabré, seguro que sí, es inevitable, ya que que de lo único que puedo estar seguro es que algún día será el último. Espero que pase todavía un buen tiempo antes que eso suceda.

Perdona mi insistencia, pero no he encontrado persona alguna que pueda probar que tú existes de una manera u otra, ni siquiera los cristianos más fervorosos apuestan por probarme tu existencia. Hasta este momento de mi vida no tengo razones para creer que tú existes, pero sinceramente, si estás leyendo estas palabras, me gustaría poder saber si tú estás ahí en algún lugar. No profeso tener todas las respuestas y no tengo ni idea cuales pueden ser tus políticas en relación a los agnósticos. Si tú, de facto, existes y por cualquier razón nunca reconocí tu existencia permíteme, en primer lugar, disculparme. Mi escepticismo no rechaza tus costumbres y credos, sino es simplemente el resultado de ser honesto conmigo mismo.

Actualmente, estoy en un momento de mi vida que estoy tratando de determinarme ¿Quién soy como persona? y comenzándome a sentir un poco a gusto con mi agnosticismo. Naturalmente, pienso subjetivamente que mis pensamientos puedan ser los correctos, pero también soy consciente que no hay manera de estar seguro que sean así.

Para finalizar, querido Dios, si estoy equivocado y tú existes esta es mi petición: espero entiendas y comprendas mis razones de mi descreencia y ,lo más importante, deja a tu existencia ser conocida.

Me despido de ti Dios con todo mi respeto y consideración. Y Quedo a la espera de una respuesta favorable.

Atentamente.

Fernando C.

jueves, 16 de octubre de 2008

Un pequeño y dulce detalle II

[Advertencia: Solo apto para quienes leyeron el post anterior. Click aquí.]

Como había dicho, compré los chocolates y salí rumbo al Icpna. Faltaban 30 minutos para que empezaran sus clases, así que tenía tiempo. Hasta ese momento todo había salido miel sobre hojuelas o sea de la refurifunflay. No obstante, más mongolito, obvie un pequeño detalle: no sabía en qué salón iba a tener clases, nunca le pregunté. Qué huevón, me había olvidado por completo.

Pero bueno, no había ningún problema solo era cuestión de ir a "Administrative service", preguntarles y listo. Ni loco me iba a pasar buscando en los casi 100 salones esparcidos en los nueve pisos del edificio. Además, si ella estaba por allí me podía ver, ni de vainas; la sorpresa perdería su encanto, su enigma, su objetivo de dejarla boqui abierta, lo cual sería lamentable.

Bueno, llegué a “Administrative service”, hice mi cola. Durante ese lapso de tiempo de espera analizaba silenciosamente una mentirilla para que mi pregunta sonara más creíble, así que le añadí una escusa un tanto ridícula y que luego me arrepentí (ya verán por qué), pero igual era válida y lógica. Una vez que llegué a la ventanilla le pregunté a la chica que atendía (bonita pero malgeniada) mostrándole una sonrisa amable, deshonesta y malévola a la vez:

- Hola, disculpe, me podría decir en que salón es avanzado 8 en el próximo horario. Lo que pasa es que perdí mi recibo (ahí dice el salón) y no se a donde ir.

[[[Era ridícula, pues estábamos a casi mediados de mes, y recién este hueverto viene a sus clases. Pero en fin, igual era válida la escusa, podía ser. Quizás falté por equis motivos, de repente me había ido a cazar tiburones a la Patagonia, o a veranear a las playas de Southbeach, razones que en efecto a aquella chica no le interesaba, solo tenía que cumplir su trabajo de absolver mi pregunta y punto.]]]

- ¿Cuál es tu nombre y apellido? , me dijo.

[[[!!Mi nombre!! ¡!Mi apellido¡¡ ¿Cómo? ¿Para qué? ¿Para comprobar si estaba matriculado? ¿Noto que estaba mintiendo? o ¿Una regla burocrática? ¿Era necesario? No lo podía creer, descubrirían indudablemente que mentí de la manera más desvergonzadamente posible, puesto que avanzado 8 lo pasé hace rato y no podía decir que me había equivocado de avanzado, porque ni siquiera estaba matriculado. !!Carajo¡¡, !!la cagué¡¡]]

- ¿Ah? ¿Qué? Ah… sí, este. Tartamudeé.

[[[Todos me miraban, iba a hacer un papelón, era un callejón sin salida, no había escusa posible que me salvara de aquella situación; aparte atrás había una cola de gente, que esperaba impaciente a que me largara de ahí, para ser atendidas por cosas más importantes y urgentes seguramente.]]]

- Es necesario que de mi nombre para saber un salón, dije incredulamente.

- Ajá, si es necesario.

[[[Ya no me importaba, me valía madre lo que piensen, Alicia valía más que lo que ustedes pudieran pensar de mí en ese momento. No podía irme de ahí sin el número del salón.]]]

- Me llamo Fernando C.

- DISCULPA pero NO ESTÁS MATRICULADO. No te puedo dar esa información. Siguiente.

-Perdón, pero necesito saber el salón. No te cuesta nada decirme. Antes ya me lo habían dicho (lo cual no era cierto). Espeté, mas caradura no podía ser, pero en fin era a favor de una causa noble.

-No puedo, dijo.

[[[Ay mujeres, quizás pensaste lo peor, pensaste que tenía otras intenciones y lo más probable es que pienses que soy un violador furtivo o al así (las mujeres piensan lo peor siempre) en busca de mi víctima. !!Maldita!! No te costaba nada darme el número del salón. En fin, no queria malograr el momento renegando por cosas de las cuales no podía hacer nada.]]]

No tenía otra opción, tenía que hacerme un city tour por todo el edificio, buscando salón por salón, hasta encontrarlo. Felizmente, aquella vez llevé mi polera con capucha, la cual me ayudaría a camuflarme y evitar ser descubierto por Alicia (si es que andaba por esos lares). Faltaban 10 minutos. Tenía que esperar a que suene el timbre y empiece el otro horario, y iniciar la búsqueda.

Mientras tanto, como todavía no empezaba (y puesto que, tenía que buscar cuando ya haya empezado). Lo que hice fue ir tanteando; es decir, ver los libros que tenían los patas que estaban esperando supuestamente ‘repasando’. Si el libro coincidía con el del avanzado 8, le preguntaría en que salón y listo. Pero al final, nunca pregunte, pues no encontré a nadie con ese bendito libro.

Sonó el timbre, empecé mi travesía.

Para ordenarme, buscaría de arriba hacia abajo. Subí al último piso, y así sucesivamente hasta llegar al primero. Naturalmente corría el riesgo de arruinar mi plan si ella me encontraba por ahí. Pero para evitar la metida de pata, como ya había mencionado, me escondí usando mi capucha. Así como en la imagen; igualito.

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Comencé y pregunté en todos los salones (algunos estaban vacíos) del noveno, octavo, séptimo, sexto, quinto y nada de nada, en ningún piso estaba. Era imposible, eran demasiados salones, nunca lo encontraría, ya estaba a un paso de tirar la toalla, ya no tenía sentido tanto desgaste, ya estaba haciendo ridiculeces, más ganso no podía ser. ¿Valdría la pena? Quisas no vaya ese día y por las puras estaba ahí, en vez de estar tomándome unas chelas con mis amigos en unos previos a una noche de juerga interminable. Pero yo, no, estaba ahí buscando el bendito salón, sin siquiera tener la certeza que ella llegaría y menos aún sin saber que era lo que me esperada despues que se la diera.

Sin embargo, Alicia verdaderamente me gustaba tanto, que estaba dispuesto a hacer todo por ella: bajarle la luna, el sol, las estrellas, Urano, Neptuno y Plutón con marcianos y todo, con tal de llamar su atención. Así que decidí seguir buscando, no importa si no llegaba (era un riesgo nada calculado), ya había comenzado y tenía que terminar. !!Vamos carajo!!Si se puede¡!.

Cuando bajo al cuarto piso, me encuentro a mi amiga Marilú, que se estaba llendo a comprar un café. !!Gracias Divino Niño¡¡ !!Marilú¡¡ grité, y luego la intercepté, nos saludamos y le hablé de los chocolates y de Alicia (pero antes hablamos y actualizamos un poco de nuestras vidas, para que no sonara que solo la buscaba para que me haga un favor, lo cual detesto).

(....)

-¿Conoces a alguna Alicia en tu clase?, le pregunté.

- No, no la conosco, ¿Cómo es ella?. Me dijo.

- Ella es flaquita, alta, cabello castaño claro con rayitos rubios y ojos color caramelo monterrico (ya dejaron de existir. Tenían un sabor a no se qué, pero que eran muy conocidos, eran de color marrón oscuro.).

- Jaja. Ah, si la he visto. No ha llegado aún.

-En buena hora, mira le puedes entregar estos chocolates por favor, de la forma que quieras, pero dáselos, no te los vayas a comer eh. Es una sorpresa.

- ¿Para la novia?

[[!!Para la novia!!, si supieras mi querida Marilú que aun no estaba seguro de que ni siquiera me quiera como amigo, menos como novio. Pero para no entrar en cuentos, le dije que SI, para que se los diera sin tanta explicación, sin tanto rollo.]]

-Estamos saliendo, y le quiero dar una sorpresa.

-Ah, que lindo eres. Claro se los doy.

-Se me olvidaba, no le vayas a decir quién te dio los chocolates, ni una sola palabra, para ella no me conoces, y nunca nos hemos visto, ni en pelea de perros, toros, gallos y de cuanto animal se quiera mechar. Por favor Marilú en tus manos encomiendo mi felicidad, no me vayas a fallar.

[[Le dije que no dijera mi nombre, porque así se hace interesante; se crea incertidumbre, misterio y eso capta la atención de cualquier fémina, es inevitable.]]

(....)

Terminó la simpática y breve conversa, y antes que se vaya con los chocolates al salón le pedí su número de celular para confirmar si se los había dado (porque yo YA me tenía que ir a perderme por ahí en las noches miraflorinas). Pero, para mi mala suerte, mi querida Marilú solamente tenía medio celular, un mal nacido le había robado la otra mitad (era un sapito), qué huevon.

Pobre mi amiga solo tenía la mitad donde están los botones. Naturalmente, ya no servía para nada. Ahora como iba a ser para confirmar, si no tenia forma de comunicación alguna con ella.

Iba a ser horrible, esperar todo el fin de semana sin saber si había recibido los chocolates. Si llamaba a Alicia y le decía ¿Te gustaron los chocolates?, y si no los había recibido, si no hubiese ido a clases, ni hablar, el detalle sorpresa se iría directo al tacho de basura. Así que, decidí esperar hasta que acaben sus clases, me escondí por ahí para asegurarme de que llegue Alicia y que los aya recibido. No podía estar tranquilo sin ver los chocolates en sus manitas suaves y delicadas, con mis propios ojos.

Así fue que esperé casi una hora y media, eran casi las 9 de la noche. Vi llegar a Alicia a clases (tarde para variar) y esperé hasta que sonó el timbre. Me escondí por ahí con mi mirada irreductiblemente en la puerta del salón. Observaba salir a todas las personas, de pronto sale Alicia y veo que no llevaba NADA, no veía ningúnos chocolates por ahí (eran grandes no podía pasar desapercibidos). !!Marilú!!, grrrrr, aún no se los daba, apurate sal rápido que se nos va, me dije.

En ese momento veo a Marilú, corriendo atrás de ella, y veo que le entrega los chocolates. !!Bien carajo!!, al fin tenia los chocolates en sus manos. Era suficiente, me tenía que ir volando para que no dejar el menor rastro de mi presencia.

Más contento, no podía estar. Luego llego a mi casa y decido acabar con cualquier misterio y decirle que fui yo. Asi que le mandé un mensaje de texto, que decía algo así:

Espero que te hayan gustado los chocolates. Fernando.

Y a los pocos minutos recibo un telefonazo. Era Alicia. Respiré hondo, crucé los dedos y conteste. Me agradeció y me dijo lo mucho que le habían gustado los chocolates (!!Gracias Dios!! en verdad existías.) le dije que no era nada, que no se preocupe, que lo hacía con mucho gusto y placer.

Si bien aquella llamada me puso muy contento, más contento me puso el mail que me mando muy tempranito al día siguiente, que literalmente decía así:

"Ah, lo de los chocolates wow.... La chica (tu amiga no?) me los dio al finalizar la clase, ya me estaba yendo, me alcanzo con las justas. Había terminado de hablar x celu, voleto para ir a los ascensores y me dice "Alicia?" y yo "eh...si"; "Alguien ha traído esto para ti" y me dio la bolsa con los chocolates. Me quede helada, era la primera vez que alguien hacia eso por mí."

(...)

" De nuevo, Gracias x el detalle. :) Alegraste mas mi fin d semana, xq de x si ya estaba contenta x haber sobrevivido a todos los trabajos q tenia esta semana, jaja."

Era la primera vez que alguién hacia eso por ella, le alegré más su fin de semana. Indiscutiblemente no lo podía creer, todo salió como NO lo esperaba, la simple caja de chocolates se había convertido en un detallazo. Definitivamente, me había convertido en el hombre más feliz del universo. Ese fue uno de los instantes más felices de mi vida. Ay Alicia, desde ese momento en verdad sentí que vivía en el país de la maravillas. Lima era la ciudad más bella, preciosa y hermosa del mundo, una beldad. Estaba maravillado de vivir aquí, todo era una maravilla.

Para finalizar, un amigo, cuando le comenté que iba a escribir algo así, se rió primero y luego me dijo: pero a quién le importa lo que escribes, chévere pero a nadie le interesa tus huevadas, a mi no. Bien sincero y honesto la verdad, y no deja de tener razón. No importa si nadie lee esto, es lo más probable. Pero escribiéndolo y recordándolo es una forma de hacer perdurables aquellos instantes perfectos, inexplicables y de irrepetible felicidad que nos dan aquellos pequeños detalles que damos y recibimos. Por eso termino este relato con una pregunta con la que la inicié mi blog y el post a manera de afirmación:

¿Qué sería de nuestra vida sin esos pequeños detalles....?

Post data:

Si quieren saber lo que paso con Alicia, y qué fue lo que sucedió después, ya se los contaré luego en otros post. Prometo decepcionarlos.

[Unas de mi canciones y bandas favoritas: Lovehurts de Incubus.]

lunes, 13 de octubre de 2008

Un pequeño y dulce detalle I

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Qué sería de nuestras vidas sin esos pequeños detalles...

Hoy me levanté con unas ganas viscerales de escribir y revivir un gran recuerdo, más que un recuerdo fue un hecho histórico: el primer pequeño pero gran detalle que le hice a una chica. Me acuerdo como si hubiera ocurrido ayer, hoy o hace unas horas.

A Alicia la había conocido en mis clases de inglés de un conocido instituto limeño, aparte de poseer una belleza inexplicable, exótica y exuberante; tenía algo que me atraía mucho que no pasaba por lo meramente físico, había algo especial en ella (que todavía no lograba descubrir qué era) que me gustaba mucho y me tenía enganchado de pies a cabeza, motivación suficiente para actuar de la manera más irracional posible y hacer las cosas más impensadas y ridículas, que en un momento de lucidez mental y sensatez jamás las haría ni loco.

En fin, nos conocimos en marzo, luego dejamos de vernos y tener comunicación alguna hasta junio donde comenzamos a mandarnos mails y hablar por fono de vez en cuando. Estábamos como en un “periodo de prueba a distancia”, por así decirlo, para ir conociéndonos y ver qué pasaba después. Naturalmente, el único huevas que pensaba eso era yo, pues para ella era un pata más, un ser neutral, una planta y la posibilidad de YA tener un “periodo de prueba” para ver como resultaba la relación era impensable e improbable para ella en ese momento. Más alucinado no podía ser, pero en fin soñar no costaba nada.

Antes de comenzar este relato, debo decir que este detalle jamás lo planeé, ocurrió de la manera más fortuita e inesperada ese mismo día, y precisamente ahí está el secreto que haya salido tan bien. Por lo general, la cosas que planeo o me salen mal, o me salen al revés o no me salen por equis razones. Desde ese momento, decidí no planear nada de nada, sino que me dejaba llevar por el momento, el presente, el día a día, las circunstancias, el destino, etcétera. Y si que me resultó.

Bueno, resulta que un viernes en la noche, fui a mi querida PUCP para una práctica dirigida de contabilidad financiera, y durante el break de mi práctica me llene de valor y decidí llamarla (la llamaba un día sí y un día no, así que ese día ya tocaba) para ver cómo estaba y saludarla; una llamada nada fuera de lo normal en su contenido literal, pero extraordinaria en su contexto-espacio y tiempo.

El ritual de llamarla (pensar en llamarla, sacar el celular, buscar su nombre, apretar SEND, esperar y hablar) era todo un acontecimiento, el coraje de solo hacerlo me llenaba de adrenalina pura (soy algo tímido debo admitirlo); el buscar su nombre, apretar SEND y esperar a que me conteste era uno de los momentos de mayor intensidad, placer y de suspenso que pueda haber tenido, casi comparable a la experiencia de cachimbo, cuando uno espera nervioso los resultados (catastróficos) de su examen de ingreso.

Durante ese efímero tiempo de espera que se hace eterno para que me conteste, me encontraba transpirando, intranquilo y analizando silenciosamente todas las cosas que pensaba decirle ¿para qué? Si en el momento que me conteste, lo más probable es que me quedara en blanco, en cero, sin saber qué decir como siempre ocurría.

Bueno resulta que aquella noche nunca me contesto, le timbré y le timbré pero nada. Obviamente, me quedé inconforme, pues yo quería hablar con ella ese día pero ya no podía, porque ya le había timbrado 3 veces, y timbrarle más veces hubiese quedado mal, quizás se hubiese molestado (lo cual representaban puntos en contra), ni hablar. Pero igual me quede con la espina, quería hablar con ella, quería escuchar su voz, quería que ella se acordara de mí, de mi presencia y de que existía, aunque sea por un ratito.

De modo que me senté en una piedra picuda (es una forma de decir para pensar rápido en momentos de emergencia, no piensen mal) para pensar cómo hacerle. Cuando de pronto, se me ocurrió entonces algo: darle una sorpresita, regalarle unos chocolates. No es gran cosa, lo sé, es de lo menos original y más común que existe también lo sé; pero, la forma como se los daría haría la diferencia, le daría su valor agregado, su plus. De modo que, tenía que ser original, creativo y, lo más importante, inesperado.

Al inicio me palteaba la idea, pues yo en mi vida le había regalado unos chocolates a un fémina en plan de flirteo, era mi primera vez. Así que me puse a pensar en las mil pastrulas posibilidades de cómo ella podía reaccionar para darme una idea de lo que me esperaba. Primero pensé, quizás piense que quiero algo más con ella, pero si no le gusto lo más probable es que se aleje y no me quiera hablar más; luego pensé, quizás le parezca un detalle lindo, claro y como soy simpático (no es que sea un adonis, pero no soy feo tampoco) quizás continúe con el jueguito; y finalmente en un escenario más fatídico: de repente no le gustan los chocolates o está a dieta (pero que boludo a que mujer no le gusta el chocolate, tendría que ser de otro mundo), pero quien sabe podía ser una posibilidad.

Existían muchos riesgos, la maldita inseguridad se apoderaba de mi, pero para darme fuerzas internas, en ese momento me acorde de una máxima de Sócrates que había aprendido en una clase de Ética (con una profesora guapísima) y de algo me tenía que servir para mi vida, por la puras no me había leído los Diálogos de Platón donde está dicha máxima de carácter imperativo (como norma de vida):

“Una vida sin examen no vale la pena ser vivida”.

Pero yo la modifiqué a:

“Una vida sin riesgos no vale la pena ser vivida”.

Tenía razón, que tanta vaina, pensé. Así que decidí lanzarme a darle una sorpresa. No tenía mucho tiempo, me fugué de mi práctica dirigida durante el break, salí al paradero y tome la Chama con destino al: Instituto Cultural Peruano Norteamericano donde iba a tener clases.

Una vez que hablamos por fono, ella me comento que se había matriculado en el Icpna en el último horario. Así que tenía tiempo, faltaba una hora para que empiecen sus clases. Durante el trayecto en el micro, me puse a pensar en cómo hacerle llegar los chocolates a sus manitas suaves y delicadas sin que ella me viera y menos que sepa que era yo quién se los enviaba. A la final esa era la idea, que sea una SORPRESA. Quería maravillarla, conmoverla e impresionarla con algo imprevisto que ella nunca se podía imaginar que le sucedería aquel día. Eso les gusta a las féminas, las sorpresas.

Ya la tenía, ya sabía cómo hacerlo. No obstante, para que todo saliera bien, no bastaba con mi entusiasmo optimista, pues esta sorpresa se me podía derrumbar cual castillo de naipes si no cumplía con algunos requisitos importantes que estaban totalmente fuera de mi control. En primer lugar, encontrar unos chocolates buenos, ricos, presentables y de calidad que cuesten 5 soles, no tenía más en ese momento. En segundo lugar, que mi amiga Marilú, que había repetido, se haya matriculado justo en su mismo turno y además vaya a ese día a clases (no tenia su celular por eso no podía saberlo ni ubicarla). Finalmente y requisito principal, que Alicia asista a clases ese día, lo cual era bastante impredecible, si sabemos que ese día era viernes y encima el último horario (si yo fuera ella no iría, mis viernes son sacrosantos e intocables).

Todo esto estaba fuera de mi control solo tenía que tener fe en mi buena suerte y encomendarme a la mano milagrosa, a San Judas Tadeo y al Divino niño para que me dieran una manita y todo salga como lo había pensado, de paso de que me protegieran en ese momento de tanto accidente y de cada “chofercito carretero” loco. Ese era el día D, día clave, y sería desastroso y hasta tragicómico que justo me pasara algo, ni pensarlo, tenía que llegar sano, salvo y completo al instituto. Y así ocurrió, felizmente.

Una vez que bajé del micro, me dirigí al supermercado más cercano. Entré y busqué la sección de "Bombones y chocolates", que hasta ese momento para mi era una dimensión totalmente desconocida. Jamás pensé que iba a estar en esos avatares de comprar chocolates a una chica, pero bueno tenía que haber una primera vez.

Había demasiados, para todos los gustos, todos los tamaños, formas, sabores y precios. Como de chocolates sabía lo mismo que de microcirugía cerebral con química cuántica espacial, no sabía cual elegir. Pero para mi buena suerte, encuentro un cartel en el que estaba escrito: "OFERTA DEL DÍA: CHOCOLATES VIZZIO DE COSTA A S/ 5.20 " (cuando su precio normal es S/ 8). ¡¡5.20!! Demasiado bueno para ser verdad, solo tenía 5 soles y algo más, exacto para pagarlos. Qué suerte carajo, más contento no podía estar, unos chocolates presentables y ,me imagino, ricos de oferta. Hasta ese momento todo estaba saliendo bien.

Continuará.....

chocolates

[Quiero compartir un poco de mis gustos musicales, una de las bandas que me vacila mucho es Pearl Jam en especial esta canción: Jeremy, un temón.]